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Diferencias entre solvencia y liquidez

Cuando se trata de hacer un análisis acerca del funcionamiento financiero de una empresa, existen una serie de ratios que deben considerarse de forma indispensable. No obstante, es preciso señalar también que si tuviéramos que detenernos sólo en algunos de ellos, es probable que la liquidez y la solvencia sean los dos primeros en los que detenernos.

Es cierto que se trata de dos criterios que casi siempre se encuentran relacionados e incluso muchos consideran que funcionan como sinónimos, no podemos perder de vista que hay diferencias entre ellos que conviene considerar para de esa forma no tomar malas decisiones económicas.

Nuestros expertos en descuento de pagarés definen el concepto de liquidez como la capacidad que tenemos de convertir los activos que figuran en nuestros balances de empresa en dinero de forma rápida y fácil. “Desde luego, no existe activo más líquido que el propio dinero” comentan en FIDECO.

Por otro lado, tenemos propiedades inmobiliarias, vehículos, mobiliario y también los activos fijos de la compañía. Estos activos pueden liquidarse y eventualmente nos permitirá obtener dinero, pero casi nunca es fácil ni rápido deshacerse de ellos.

La solvencia se considera a la capacidad de un individuo o empresa para afrontar sus compromisos de pago o deudas. Cuanto mayor sea su capacidad de pago, mayor será su solvencia. Por eso podemos decir que una empresa deja de ser solvente en el mismo momento en el que sus activos no pueden respaldar los pasivos.

No cabe duda de que una mayor liquidez se traducirá casi siempre en una mayor capacidad de pago, pero no debemos reemplazar un término por otro. Y hay una explicación para ello, lo que ocurre es que existen excepciones en las cuales, incluso cuando la liquidez sea importante, la solvencia puede no estar garantizada por parte de ese individuo o empresa.

Por consiguiente, en FIDECO detallamos que un deudor con patrimonio suficiente puede cumplir con los plazos de pago, incluso cuando en un momento determinado no posea dinero en sus cuentas bancarias. Cualquier entidad financiera le prestará el dinero porque sus propiedades son, llevadas a dinero, mayores que la deuda que acaba de contraer. Pero también existen los casos contrarios. A veces, una elevada liquidez no tiene por qué traducirse en una elevada solvencia. Si una empresa tiene un saldo en tesorería de un millón de euros, pero no posee otros activos, y queremos un crédito por dos millones de euros, no nos lo darán porque, aunque tengamos liquidez, nuestros activos totales no nos hacen solventes.