¿Desaparecerá el dinero en efectivo?

La crisis del coronavirus ha acelerado la digitalización de muchos sectores. Además, ha traído consigo algunos cambios en prácticas tan cotidianas como las formas de pago. Sin ir más lejos, el uso del dinero en efectivo, durante el aislamiento y también después de salir del confinamiento, se ha ido desvaneciendo.

Según datos del banco móvil N26, la retirada de dinero en efectivo en nuestro país disminuyó en un 68% durante el mes de marzo ya que la mayor parte de los pagos se realizaron con tarjeta. Por lo que ahora está en debate si la caída del uso de efectivo conllevará su desaparición a corto plazo.

Pero, ¿conviene que desaparezca el cash, aunque se use menos que hace unos años? Y, ¿cómo nos afectaría esta desaparición? Como expertos en descuentos de pagarés, os mostramos algunas de las consecuencias que esto podría acarrear.

Consecuencias de la desaparición de dinero en efectivo

Al pagar de forma digital todo queda registrado por lo que la privacidad disminuiría, mientras que si los pagos se realizan con dinero en metálico no sería así. A día de hoy realizamos cientos de transacciones con tarjetas de crédito o a través de aplicaciones de pago digital, pero sigue existiendo la opción de adquirir productos o servicios mediante dinero en efectivo.

Otra consecuencia es que podrías quedarte sin dinero. Si todas las operaciones económicas fueran digitales, el banco podría negar el acceso a tu dinero e incluso los intermediarios podrían bloquear las transacciones. Además, si solo existiese el dinero intangible, estaría alojado en una infraestructura eléctrica o de telecomunicaciones, por lo que cualquier problema en su hardware o software podría negar el acceso al dinero.

Por otro lado, también habría que tener en cuenta la brecha digital que existe entre el mundo rural y las ciudades, así como otra brecha digital entre generaciones. Y es que las personas mayores del mundo rural tendrían grandes dificultades para adaptarse a una nueva realidad sin efectivo.  Sobre todo en municipios de montaña donde la electricidad y la conexión llega con interrupciones y, en ocasiones, quedan suspendidos durante horas o días por cuestiones meteorológicas.

A esto también hay que añadir que los menores de edad que carezcan de dispositivos móviles o de cuentas bancarias reducirían su actividad. Por ejemplo, para llevar a cabo el simple hecho de comprar un refresco o un aperitivo, necesitarían la presencia de su progenitor o tutor.

Estas son solo algunas consecuencias de la desaparición del dinero en efectivo, algo que no sabemos si ocurrirá a corto o medio plazo. Lo único que sabemos es que los consumidores utilizamos cada vez más nuestras tarjetas o el móvil como medio de pago y que las compras a través de Internet siguen incrementándose día tras día.